Un honor que escriba de Comimos y bebimos uno de mis escritores vivos más admirados.

«Existe una tradición literaria que asocia la literatura y la cocina. En la España del siglo XX destacaron Álvaro Cunqueiro –autor del imprescindible La cocina cristiana de Occidente–, Néstor Luján, Joan Perucho y –para los muy planianos– Josep Pla. (Baltasar Porcel me dijo en varias ocasiones que Pla no tenía ni idea de cocina, que hablaba y escribía de oídas y que lo suyo era la tortilla francesa y poco más). El último al que leí –hace ya muchos años– y en sus artículos se trasparentaba el hedonista total, fue a Xavier Domingo, que dirigió la colección ‘Los Cinco Sentidos’, en Tusquets. Todos ellos necesitaban –y disfrutaban– de las comparaciones literarias y artísticas y sin ellas parecía que el sencillo y gustoso acto de comer y de beber tuviera que ser más pobre. Algo así, aunque más barrocamente exagerado, ocurría con Lezama Lima.

Ignacio Peyró acaba de publicar un libro –Comimos y bebimos. Notas de cocina y vida, Libros del Asteroide– donde recoge esa herencia y la moderniza, anclándola en su particular revisión de la tradición. Y cuando digo particular me refiero a propia, la de un hombre joven –nació en 1980– cuya inteligente sabiduría disimula esa juventud con un punto dandy ilustrado. Peyró se presentó a los lectores con una verdadera catedral de mitomanía anglófila: Pompa y circunstancia. Un diccionario sentimental de la cultura inglesa. A ese libro inigualable –e insólito en España– le sigue ahora este Comimos y bebimos, como quien pasa de la catedral al cottage –o del espíritu a la carne–, sin despeinarse. ‘A Montaigne la gula no le permitía ni hablar en la mesa y el doctor Johnson comía tan en trance que le entraban sudores y se le marcaban las venas de la frente’, leemos en unas páginas donde el refinamiento, la ironía, el placer –y alguna que otra transgresión– se sientan alrededor de la mesa como forma de amor a la vida. Pero también de alta cultura que no olvida a su hermana más pobre –la cocina popular–, sino que se enriquece con ella. Empezar el año leyendo sobre manjares y caldos tal vez sea un exceso después de tanta fiesta y tanta comilona, pero no esperen ni dos semanas a leerlo. Sobre todas las demás cosas, disfrutarán, y al acabarlo se darán cuenta de que no han dejado de sonreír durante toda su lectura».

 

Ignacio Peyró
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