Gautier vio a España como “el país de la igualdad”, Havelock Ellis habla de nuestro país como “la tierra del romanticismo” y el viajero Ford no deja de alabar la “altiva independencia” de su pueblo llano. En la lotería de los caracteres nacionales, los españoles no hemos salido del todo malparados: puestos a posar ante el mundo, quizá haya peores cosas que hacerlo como gentes apasionadas y libérrimas, si acaso un punto levantiscas. De hecho, en la celebración o en el vituperio, nuestra épica naciona…
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