Se bebe más café que té, hay más fervor papista que anglicano, los sastres londinenses visten menos a los duques que a los jeques y -para espanto de victorianos- hasta el sistema métrico decimal ha hecho avances sustantivos. De la reina Victoria a la reina Isabel, no hay casi nada que no haya cambiado en Gran Bretaña: la emperatriz de la India ejercía su dominio sobre «un continente, cien penínsulas, dos mil ríos y diez mil islas»; la Cabeza de la Commonwealth, sobre una docena de caprichos geográficos y paraísos fiscales.

Entre una y otra soberana, la pacatería decimonónica se ha abandonado a las sombras de Grey e incluso Escocia ha pasado del romanticismo de las Highlands a plantear su independencia. Sí, de finales del siglo XIX a la segunda década del XXI, son muchas las cosas que han cambiado en Reino Unido. Tras perder un imperio y ganar dos guerras mundiales, su modelo monárquico está entre las pocas que no.

 

 

Ignacio Peyró
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